Este fin de semana la capital cordobesa parecía celebrar una gran fiesta dispuesta en toda suerte de eventos culturales: la primera Feria de la Lectura, el Festival de Cine y la segunda versión de Sinujazz, un ovacionado festival (que ojalá no termine –como el de Mompox– contratando a Silvestre o a otros vallenatos) organizado por un joven llamado Aizar Farah y con el apoyo de la Alcaldía Municipal, que tuvo gran receptividad del público monteriano, quizás por aquello de que la música de las big bands recorre el ADN del porro tradicional. Parecía que el alcalde celebraba su gran triunfo en Quito, cuando en realidad todo fue, nomás, un asunto de casualidad.

El triunfo del alcalde fue una nota positiva para el país que pasó casi desapercibida entre las noticias: Montería fue reconocida en Quito como una de las diez ciudades más sostenibles del planeta. A pesar de que el reconocimiento no es de poca monta, los periódicos nacionales prefirieron poner todos los focos de ese mismo evento y lugar sobre el alcalde de Bogotá, quien ni siquiera fue invitado como panelista, pero en el país recibió los reflectores como si hubiera sido el protagonista. ¿El eterno regionalismo bogotano o acaso será cierta aquella frase: “las noticias, o son negativas o no lo son?

El marco del evento fue la Tercera Conferencia ONU Hábitat, la cual se realiza cada 20 años desde 1976. Luego de un concurso con nombre de Telerrealidad, Desafío de las ciudades, en el que hubo 46 ciudades finalistas de todo el mundo, entre ellas Bogotá y Cali, se eligieron en Quito las diez ganadoras. Montería comparte ahora honores, de tú a tú, con París, Belo Horizonte, Yakarta, Quito, Singapur, Edmonton, Boulder, Umea y Petaling Jaya. La razón del reconocimiento fue la reducción de un 20% de GEI, la inversión en infraestructura y medios de transporte sostenibles y la reducción del consumo de energía con eco-faroles y eco-edificios.

Un reconocimiento que, sin lugar a dudas, es un espaldarazo internacional a lo que ha venido ocurriendo en esta ciudad a lo largo de sus tres últimas administraciones, las cuales se han dedicado a limpiar las finanzas, recuperar el centro, devolver su importancia al río Sinú, generar espacios públicos y, en general, pavimentar calles, construir ciclovías y aceras anchas dotadas de bancas, cestas, farolas, semáforos en cada esquina, arborización y conservar la ciudad tan limpia como tacita de té (ojalá le copiara alguito el alcalde de Valledupar).

Progreso no es, como lo han malentendido algunos alcaldes más preocupados por la contratitis que por la ciudad, regar sin planificar viviendas con cuatro paredes y techo. Es también seguridad física y jurídica, servicios públicos de calidad y empleo y oportunidades. En fin, calidad de vida. Montería se está volviendo la ciudad de mostrar en Colombia. Hay que felicitarla por ello, pero también exhortarla a que no cese en su empeño.

@sanchezbaute