La paz sea conmigo y contigo
A partir de hoy entro en silencio respetuoso por la decisión de cada uno de mis lectores frente al plebiscito del próximo domingo y retomo mi cotidiano de columnista de ciudadanía. Pero no puedo dejar de compartir con ustedes el único mensaje que me conmovió hasta el hueso, de los cientos recibidos, porque retrata en su texto el problema que subyace en el corazón de cada uno de nosotros después de 50 años de guerra horrenda: no estamos en paz con nosotros mismos, nuestra familia, nuestros amigos y nuestro entorno. Por eso lo hago mío, porque me llegó como anónimo y es importante reflexionar sobre eso. Dice así:
“El primer tratado de paz que firmaré será conmigo mismo, luego con mi familia y después con mis amigos. Primero quiero hacer un cese al fuego, dejar de estar atacando mis sueños con mis creencias que ya no me sirven, quiero dejar de sentirme separado entre la razón y la intuición, quiero dejar atrás las balas que alguna vez salían de mi boca, el secuestro de querer tener siempre la razón, las granadas del chismorreo que cuando explota se fragmenta en esquirlas de dolor, los cañones de la crítica y sembrar semillas de humildad. Quiero firmar el tratar bien a los demás, quiero firmar una nota que diga: así como me amo, te amo a ti mi amigo o amiga. Deseo adelantar negociaciones de paz con mis exparejas y firmar acuerdos mutuos donde nos perdonemos por haber hecho la guerra por tanto tiempo, donde nuestros hijos y allegados fueron los que murieron tantas veces. Deseo firmar la paz con el taxista, el conductor de bus y el mototaxista y dejar de pelear por quién tiene la vía, quiero firmar un Acuerdo de Paz con el miedo para vivir mi vida en sana armonía, para que mis amigos nunca sean mis enemigos. Quiero firmar un Acuerdo de Paz contigo, para que nos veamos como humanos y no como blancos, negros, indígenas o mestizos. Quiero firmar un Acuerdo de Paz con mi ego, para que cese el fuego de la duda en mi corazón. Este es el acuerdo de paz que yo puedo cumplir”.
Y si cada uno de nosotros alcanza la dicha de comprometerse con cosas tan sencillas y bellas como las que recojo, no queda espacio en nuestras vidas para las emociones negativas que fueron causa del conflicto armado y que, por su larga duración, hemos interiorizado todos y llevamos a nuestro lenguaje cotidiano con gran ligereza para expresar hasta el amor. El cumplimiento asertivo de este acuerdo es todo lo que nos pide el momento histórico que hoy culmina con la firma del Acuerdo Final de Paz entre el estado colombiano y nosotros como Nación y una organización ilegal alzada en armas, cuyo vencimiento ni su toma del poder nunca fueron posibles y por fin, como personas, se sentaron a negociar y se logró. Sí, no es perfecto el acuerdo, pero siempre será mejor dialogar que disparar.
losalcas@hotmail.com
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